Desde hace ya varias décadas el Deporte
de Base (DB) ocupa un tiempo de ocio vital para millones de jóvenes en todo el
Mundo. Fútbol, baloncesto, balonmano, tenis, voleibol, y otras decenas de
modalidades deportivas de competición y de rendimiento crean un montón de
oportunidades formativas para todos y cada uno de los jóvenes deportistas que
militan en clubes, escuelas deportivas, patronatos… Afortunadamente, la
ciencia, la investigación y el conocimiento van ampliando sus fronteras
incluyendo, por supuesto, el mundo del deporte y la actividad física.
Los entrenadores y
monitores del DB son cada día (o al menos deben ser) más eficientes en su
trabajo gracias a que año tras año su formación se va ampliando en función de
todas las influencias que van recibiendo desde diversas fuentes de información.
Todos y cada uno de ellos deben ser conscientes de que su forma de transmitir
el deporte; el qué y el cómo la enseñanza de todos los aspectos,
ha evolucionado. Ahora también, afortunadamente existe un cuándo, un para qué y por
supuesto un porqué. El entrenador
debe ser exigente, debe saber hasta dónde llegan sus conocimientos y hasta
dónde llegan los de su equipo. Debe fijarse objetivos reales y luchar para
conseguirlos, y debe hacérselos saber a aquellos que están a cargo de alcanzar
la meta. La evolución es un paso fundamental en la experiencia de un formador,
y debe ser consciente de su propio pasado, presente y futuro.
Aunque de los entrenadores podríamos
escribir líneas y líneas infinitas, este artículo tiene como objeto el análisis
de otra figura fundamental en el ámbito del DB: los Padres. La información con
respecto a todas modalidades deportivas va en aumento cada día, y de hecho los
entrenadores y clubes se “profesionalizan” más y más en su búsqueda de la
excelencia. Sin embargo, a menudo obviamos que las relaciones en el
funcionamiento de un equipo no son dualistas (entrenador-jugador), sino que en
realidad éste vínculo está formado por un triángulo que se mantiene en
constante contacto, directo o indirecto (entrenador-jugador-padres).
A pesar de que
desafortunadamente este no es uno de los temas más extendidos y conocidos en el
ámbito deportivo, surgen cada día más investigaciones y propuestas para que los
padres puedan “formarse” en el rol que ocupan para con el DB de sus hij@s. Ya
en 1987, Hellsted clasificó los diferentes tipos de roles que ocupan los
padres, quedando de la siguiente forma: Baja Implicación, Moderados, y
Sobre-Implicados. Más adelante, en el año 2001 Smoll consiguió realizar una clasificación
más extensa y completa de los diversos tipos de roles más negativos, en
el que según él los padres en el mundo del DB podrían ser: Desinteresados,
Excesivamente Críticos, Vociferantes, Entrenadores de Grada y Sobreprotectores.
Sabemos
que los padres, de una forma y otra, se manifiestan con sus hijos en cuanto a
su deporte, y de algún modo se implican, pero ¿qué es la implicación parental en el DB? Podríamos describirla de
forma escueta como la relación que los
padres generan en su intervención con el entorno deportivo de sus hij@s,
considerándose generadores constantes e influyentes emocionalmente en todas las
dimensiones de esa relación. Aunque aún se podría ahondar bastante más para
conseguir una definición más exacta…
Sin
embargo, aunque todos los padres consideran el deporte como algo importante
para la salud de sus hijos (o al menos tienen esa información), un amplísimo
porcentaje de ellos lo concibe principalmente como una mera forma de ocio; un hobbie al que sólo sus hijos pueden
tener acceso después de haber llevado a cabo sus “obligaciones”. ¿Y esto es
correcto? Aunque a priori pueda parecer una sentencia muy lógica, lo cierto es
que no es correcto, es un error. Los entrenadores siempre van a querer
que sus pupilos rindan en el campo, pero por supuesto desean que sus jugadores
rindan académicamente; al fin y al cabo, todos no pueden llegar a ser
deportistas de élite, y un jugador que obtenga buenos resultados tenderá a ser
más organizado, responsable, atento... En este punto entrenadores y padres
están totalmente de acuerdo. No obstante, a menudo existen problemas… Yo
siempre les digo a mis jugadoras que “la voluntariedad deja de existir cuando se convierte en
compromiso: lo voluntario es decidir si me comprometo o no”.
Esto implica muchas variables, porque siempre, al inicio de la pretemporada, la
ilusión aflora de cada persona forjándose ideas futuras sobre el desenlace de
toda la campaña, pero la temporada es larga, y existen muchos acontecimientos
que la van marcando…
L@s
jóvenes deportistas durante su curso sufren momentos o épocas marcadas por el
volumen de trabajo y el estrés o ansiedad que lo acompañan. Para lo cual la
mayoría tienen cierta tendencia a aparcar el deporte que practican para centrar
su atención en sus estudios (aunque hoy en día pueden aparcar el deporte pero
no el uso de móviles u ordenadores…). Esto, generalmente, está bien concebido
por los padres, que ven como sus hij@s apuestan por el rendimiento académico y para
ellos es suficiente. En otros muchos casos, ante una situación de estrés de
este tipo, los propios padres tomarán la iniciativa de, directamente, vetar su
práctica deportiva. Pero esto va más allá aún. Porque el deporte, a diferencia
de otras disciplinas extraescolares como la música o la danza entre otras, está
concebido socialmente como algo menos significativo, está más acuñado al ocio
porque suele resultar divertido… ERROR. Vayamos más allá. El deporte puede ser
divertido pero no siempre, porque supone de un esfuerzo físico alto y
prolongado que debe adquirirse con sesiones de preparación. Supone un esfuerzo
técnico y táctico que debe aprenderse y comprenderse para poder desempeñar bien
el rol de jugador. Supone aprender a autocontrolarse en situaciones de presión,
y a mantener un equilibrio emocional para controlar los nervios. En definitiva,
supone un proceso de enseñanza-aprendizaje para poder adquirir las aptitudes
básicas para la práctica, que deben ir acoplando temporada tras temporada,
categoría tras categoría; que requiere una programación anual, una
periodización, un diseño de sesiones… del mismo modo que la música, la danza,
la pintura o las clases en la escuela de idiomas. Yo siempre digo que unas
zapatillas son más baratas que un instrumento musical, y por eso vienen las
prioridades. Que nadie se confunda, que no estoy en contra de nada, tengo
varios amigos músicos y los admiro a ellos y a su trabajo. Pero cada cosa al
lugar que debe corresponderle.
Si eres entrenador, o padre de un joven deportista
(rebelde), te estarás preguntando ¿Cómo
podría resolver este problema? Aquí te dejo 4 consejos que te serán de
gran ayuda.
1-
CREA UN VÍNCULO CON EL GRUPO DE PADRES.
Trabajando ellos, manteniendo contacto e
intentando hacerles ver la importancia (no solo para la salud) que tiene cada
miembro en un equipo. Establecer contacto con los padres puede ser la solución
a todos tus problemas. Puede que no se muestren atentos, o incluso manifiesten
desinterés por lo tu labor. Sé inteligente y piensa que eso te estará dando
información directa sobre sus hij@s. Y nunca intentes enseñarles a educarlos.
Puedes intentar ser parte de la solución, pero evita ser parte del problema.
2-
GENERA UN CLIMA ADECUADO PARA PADRES E HIJ@S.
Si perteneces a algún club, sugiere que se
organicen eventos o actividades que integren a las figuras parentales como
parte del mismo. Un club con padres es un club con recursos. Intenta establecer
reuniones periódicas con ellos para hablarles sobre tu rol, y contarles cómo
vas a planificar la temporada y qué esperas del grupo de trabajo. Durante estas
reuniones, actúa como canalizador, intenta aportar soluciones a problemas que
puedan estar teniendo con sus hij@s, esto puede servirte como medio de consulta
ante algún problema. Trata de despertar un sentimiento de pertenencia a un
grupo social, porque aumentarás el confort y crearás un clima de seguridad que
sea importante para sus miembros.
3-
DEBES SERVIR DE MODELO.
Es
fundamental que des lo que quieres conseguir. Para ello tendrás que mantener la
compostura en situaciones que supongan estrés para ti mismo. El autocontrol
emocional es fundamental para no caer en la crítica fácil, o en el insulto que
tanto daña el deporte. Debes ser consciente de que eso no contribuye a mejorar
ningún aspecto, sólo sirve como excusa para argumentar otros aspectos que
pueden no haberse trabajado bien. Además no es justo que padres que no apoyan
se muestren críticos, hagan juicios de valor o manifiesten abiertamente sus
opiniones, mostrando un interés repentino que se disipará en unas horas…
4- SÉ CONSCIENTE DE CUÁL ES TU POSICIÓN.
Créetelo. Porque tú eres el
entrenador y siempre buscarás lo mejor para tus pupil@s. Toma tus propias
decisiones, aunque puedas dar opción al consejo. Si te equivocas, no pasa nada,
eres humano, rectifica y pide perdón si es necesario. Y si necesitas ayuda,
pídela. Con los padres muestra una actitud didáctica y enriquecedora. Demuéstrales
cómo motivar a sus hij@s, cómo deben hablarles antes y después de la
competición. Muéstrate abierto ante cualquier consulta.
Aunque
me estoy extendiendo, no quiero terminar sin hablar del castigo. Esa arma que
los padres utilizan como recurso cuando algo no va bien con sus hij@s, porque “es
lo que más le gusta y lo que más le duele”. Lo cierto es que resulta poco creativo
y en cierto modo un síntoma de “despreocupación” castigar a l@s hij@s sin hacer
deporte. Es impensable que un deportista no rinda académicamente por el hecho
de hacer deporte, y más aún hoy (un español pasa de media 193 minutos mirando
su teléfono). Respecto al castigo yo siempre digo que más vale prevenir
que curar, refiriéndome a que quizás debemos prestar más (pre)atención:
·
Ayuda a organizar su planning
semanal, para que sepa qué horas tiene ocupadas y
cuáles no y que las aproveche para rendir en sus estudios. Con “siéntate y céntrate”
no es suficiente. Si puede hacerse un cuadrante físico mejor, así no dejará las
cosas para última hora.
·
Dialoga.
Interésate por sus estudios y sus preocupaciones para que pueda liberarse. Así podrás
hacer un seguimiento de exámenes, deberes y trabajos.
·
Muestra apoyo y empatía, y
participa activamente. Ayuda a que comprenda que el mundo no se detiene cuando
él/ella lo necesite, hay que cumplir con las obligaciones y los compromisos,
porque hay tiempo para todo. ¡Sé motivador!
·
Anima a que utilice el deporte
para liberar estrés. Le ayudará a despejarse un rato, y volver con
las pilas cargadas.
·
Si aún así no le queda tiempo suficiente, bastará con una
breve charla con el/la entrenador/a que seguro que le dará el tiempo
suficiente.
Lo
cierto es que hoy en día, el castigo puede resultar más sencillo de lo que pudiera
ser antes. Ahora limitar o prohibir el uso de internet, móviles o tablets
supone un arma de castigo importante en la era de la comunicación (demasiada).
Podemos limitar el uso, controlando cuando sea necesario, para realizar
deberes, pero sin olvidar que en una biblioteca podrían encontrar esa misma información;
o también limitar o prohibir las salidas o actividades de puro ocio…
Por
último y respecto a esto, el entrenador puede servir de consejero para sugerir
o llegar a acuerdos de castigo que permitan que no falte a entrenar, porque
después de todo debemos ser conscientes de que el resto de compañer@s no tienen
la culpa y así se limitan los recursos del grupo de trabajo y se progresa más
lentamente.
Me
despido con un abrazo para tod@s, como siempre.
@JuankiLungarán.