lunes, 14 de mayo de 2018

El Análisis.



            Apenas han pasado unas horas, hemos podido descansar y es un buen momento para reflexionar.
            Durante el pasado fin de semana, dábamos el pistoletazo de salida al IX Torneo Nacional de Balonmano “Lagunas de Villafranca”. Un evento deportivo que, en mayor o menor medida, desde el CD Balonmano Villafranca ponemos en marcha de forma anual con el fin de concentrar a diversos clubes, escuelas deportivas de balonmano, equipos, y jugadores/as en un ambiente de cordialidad, hermandad y amistad, y todo ello bajo el marco del balonmano. No podría continuar sin mencionar y agradecer encarecidamente las ayudas recibidas para ponerlo en marcha. El Ayuntamiento de Villafranca por su infraestructura y apoyo. Los padres y madres que hacen todo más fácil y dan muestra del respeto que tienen por las actividades de sus hijos/as. Jugadores/as y técnicos/as participantes por su decisión de vivir esta experiencia con nosotros/as. Y a todos/as los/as componentes de nuestro club, por su disposición y colaboración incansable.
            Durante estos días, siempre hay que aprovechar: aprovechar para conocer gente nueva, y ver qué puedes aprender de ellos/as; para ver a viejos amigos y conocidos, que siempre aparece alguno/a; para hablar con los/as técnicos que ves un par de veces al año, pero que nunca hay tiempo de profundizar, ya sabéis, bajas del bus, jugáis y otra vez para arriba; para pasar ratos de risas con amigos/as y compañeros/as del club, recordando viejos tiempos, anécdotas, momentos inolvidables; y aprovechar para trabajar codo con codo con tus compañeros/as y ver como todo el mundo está manos a la obra para que todo esté en orden.
            Pero sobre todo, la reflexión va algo más allá. Gira en torno a dos aspectos. El primero, es el aprendizaje, cómo se deben hacer las cosas y cómo hay que ir evolucionando para poder hacerlas mejor. Este aprendizaje debe ser continuo e inconformista. Siempre hay algo que mejorar. Siempre hay algo que aprender. Y eso depende de ti. Únicamente de ti. De cómo percibes las cosas, o mejor dicho, de cómo quieres percibirlas. Puedes malgastar tiempo protestándole a un/a árbitro/a cuando pides un time-out mientras tu equipo pierde de 1, o puedes aprovechar para animar a tus jugadores/as para conseguirlo.
El segundo, es pensar sobre qué me ha llevado hasta aquí. Todos/as por alguna razón estamos dentro del mismo barco, aunque cada uno/a tenemos nuestra propia historia. Aunque pocas veces nos detenemos a pensar sobre esto, es algo de una importancia abismal. Solemos reflexionar sobre nuestro día a día, sobre lo que nos rodea y nos ocurre de forma instantánea, pero en pocas ocasiones nos damos cuenta del origen y el grueso de lo que hacemos. El deporte representa para todos/as nosotros/as un estilo de vida, y es el que todos/as nosotros/as hemos elegido. Desde un punto, para muchos/as ya muy lejano, tomamos una decisión que ha modificado toda nuestra trayectoria. Un día decidimos “probar” con el balonmano, y todo cambió. Desde ese punto, nació en ti un factor muy importante, TU ESTILO DE VIDA. Probablemente, habrá gente muy cercana a ti que no lo comprenda, pueden ser tus amigos/as, o incluso tus padres, pero es una realidad. Habrá quien te diga que pierdes el tiempo, que ellos/as toman mejores decisiones, que prefieren quedar con otras personas para hacer otras cosas mientras tú estás con tu equipo disputando un partido, y tratarán de convencerte de que tú eres el/la que está equivocado/a. Tú elegiste, y todo el mundo debe respetarlo. Sólo tú estás capacitado/a para tomar tus propias decisiones, y quien no sea capaz de comprenderlo, no puede tratar de convencerte. No tiene ningún derecho. ¿Quién está equivocado/a? ¿Acaso haces algo malo disfrutando de lo que más te gusta? Es posible que tu amigo/a prefiera tenerte con él/ella y que seas tú quien renuncie a lo que te gusta ¿crees que es justo?
Por último, sólo me queda hablar de mejoras. De pensar en mí mismo, en qué he aportado. No hablo sólo del Torneo, sino de todo el año. ¿Doy lo mejor de mí? Nadie sabe la respuesta, salvo yo. Puedo mentirme a mí mismo y decir que sí, pero las mentiras tienen las patas muy cortas. Estaré poniéndome límites a mí mismo, y cuidando muy poco de mí. Puedo tropezarme con mi autocomplacencia una y otra vez. O puedo esforzarme por lo que me gusta, por ser mejor persona y por cuidar de mi entorno para que mi entorno me devuelva lo que le doy. Puedo respetar a mis compañeros/as que hacen lo propio conmigo y demostrarles que pueden confiar en mí, y que voy a estar cuando me necesiten. Y crecer, no sólo por fuera, sino por dentro.
Ha sido todo un placer haberlo disfrutado, y espero que el 10º Aniversario de nuestro torneo sea una fiesta deportiva que jamás olvidemos. Pero quiero vivirla con todos/as vosotros/as.
Juanki Lungarán

jueves, 16 de junio de 2016

La influencia del resultado.

Antes de comenzar el post, me gustaría matizar sobre dos cosas:

1- Esta reflexión la estoy haciendo a las 3 a.m. después de muchas horas de estudio (XD).

2- Las diferencias entre los términos de entrenador y formador, que aunque pueden ir de la mano muchas veces, considero que existe un matiz fundamental entre ambos; y es que el concepto de formador se va difuminando conforme los grupos humanos van creciendo y promocionando en categoría.
                                
No tengo una dilatada trayectoria como entrenador. Pero en poco tiempo ya me he percatado de la importancia del resultado sobre la valoración final de una temporada. Es cierto que el deporte debe ir sumamente ligado a la formación integral de la persona desde todos los ámbitos que nos definen. Además, ligados a estos, los valores ponen de manifiesto la calidad humana en cuanto a la vivencia del deporte… Sin embargo, por mucho que nos empeñemos en todo esto, el resultado siempre va a definir una temporada, quizás en términos más cuantitativos que cualitativos, si. Pero ahí están. La estadística en el deporte es como el Padre nuestro en el catolicismo.

Es fundamental trabajar en el proceso, en el ‘medio’, en lugar de focalizar nuestra atención sobre el resultado o el ‘fin’. Pero no hay que olvidar los matices que marcan las diferencias entre el deporte escolar y el deporte institucional (no siendo necesario que éste sea profesional). El deporte escolar sienta sus bases sobre el desarrollo íntegro del ser humano. Es importante que el deportista tome raíces cualitativas, focalizando nuestra atención sobre la adquisición de patrones motores básicos, desarrolle sus habilidades y capacidades motrices, así como asentar los cimientos de su aprendizaje técnico-táctico elemental. No obstante, no podemos estancarnos siempre en poner nuestra atención en el proceso, debido a que el aprendizaje, siendo un continuo y globalizador aliado, necesita de alicientes que hagan sentir que los caminos llevan a algún puerto. He ahí el resultado.


En la práctica deportiva, es importante disfrutar y gozar del simple hecho de hacer algo que, se supone, satisface las necesidades del jugador. Sin embargo, la evaluación positiva siempre es una palmadita en la espalda que motiva desde fuera hacia dentro, y te susurra que lo que estás haciendo, lo estás haciendo bien. Si bien es cierto también que, a menudo, son muchas las variables que influyen sobre los resultados (y sobre los procesos); y es posible que el aprendizaje aún esté incompleto…

Es probable que me estén tomando por un resultadista presuntuoso (en absoluto) pero, una pregunta dirigida a usted, querido lector: “Imagine que es entrenador… qué preferiría ¿un equipo que no trabaja bien y obtiene buenos resultados; o un equipo que trabaja duro y de forma adecuada pero no los obtiene?” Lo que sí está claro es que ambas resoluciones son frustrantes, si cabe. Una pesadilla. Siendo francos, en ninguna de ambas opciones se haría justicia.

Cuando uno es entrenador, se da cuenta de muchas más cosas. De repente, se siente la necesidad de analizar todo cuanto rodea a tu equipo. Y a medida que uno toma experiencia, ¡se da cuenta de que hay muchas cosas que analizar! En este sentido, la gestión de un grupo humano siempre es difícil. Podemos empeñarnos en generar un bloque de roles, cohesionado, con espíritu e identidad, que trabaje duro… incluso puede parecer que lo estamos consiguiendo día tras día, entrenamiento tras entrenamiento. Pero si se obtienen malos resultados, si no se cumplen los objetivos, el bloque se empieza a resquebrajar. ¿Por qué? Porque el jugador es ambicioso por naturaleza. Está siempre dispuesto a trabajar duro, pero necesita motivación extrínseca, saborear sus victorias… y cuando no llegan, siente que su trabajo es en balde, que algo no funciona bien. Luego está el perfil/rol de cada miembro del equipo. Aquellos que se sienten una parte pequeña de las victorias tienden a desaparecer rápido. Sin embargo, por muy pequeño que sea el grado de responsabilidad de un rol, ese jugador siempre va a ambicionar más. Esos son los primeros que se revelan.

Cuando las cosas van bien, nunca nadie suele quejarse, da miedo soplar por si se hunde la torre de cartas. Pero cuando van mal, nadie se mira su ombligo. Es fundamental, siempre hacer autocrítica (¿quizás deberíamos poner más empeño en eso en el deporte escolar?). En lo primero que uno se fija cuando pierde es en la labor arbitral (falta total de responsabilidad en el 99,99%* de los casos); y en lo segundo, en la labor del entrenador. Ahí empiezan a caerse los pedacitos de un bloque que tanto nos ha costado construir… evidentemente, como entrenador, hay que sentir el peso de la responsabilidad, pero no te engañes, hay detalles que nadie puede controlar, rincones donde el cepillo no llega a barrer, cosas que dependen de las responsabilidades de otros.
*Estimación realizada sin ninguna fundamentación.



Lo más importante es tener tu conciencia tranquila. Hacer una evaluación personal de tu trabajo. Ver qué deberías cambiar. Pero si consideras que el grueso de tu labor ha sido acertado, no te castigues. Los resultados os han condicionado, y han ido martilleando al equipo… Y no importa el empeño que le pongas, todo fluye cuando la cosa va bien, cuando hay aliento. Pero en cuanto hay oleaje, hay muchos que se tiran pronto por la borda.

Si te ha ocurrido esto, quizás es el momento de que tu equipo cambie de método.

“Si tus soldados te temen, lucharán por ti. Si tus soldados te aman, morirán por ti”. Lao Tse.

Sigamos aprendiendo.


@JuankiLungaran

sábado, 30 de abril de 2016

Para mis Amazonas.


Tengo que decir muchas cosas, y he preferido utilizar mi blog.

Han pasado ya 5 años. Aún a veces recuerdo mi primer día como entrenador de balonmano ¡estaba aterrado! No sabía ni siquiera cómo empezar en el primer entrenamiento. Poco a poco fui cogiendo el gusto, y la verdad es que siempre he creído que he tenido suerte. Siempre he pensado que teníais algo especial...

No podría medir cuánto habéis aprendido de mí o cuánto os he enseñado. Pero si sé lo que he aprendido. Mucho más de vosotras que vosotras de mí. No sé si seré bueno transmitiendo balonmano o no, pero sí estoy seguro de que siempre he tenido muy claro que hay que tener fe. Que los límites los tenemos que poner nosotros, y luego pelear para superarlos. Siempre he querido transmitiros mi forma de ser en todo esto. Cómo trato de disfrutarlo día a día, en cada entrenamiento y en cada partido. He vivido momentos duros, difíciles, frustrantes, tristes... He llorado en mi habitación porque no conseguimos la victoria, esa que todos estábamos esperando. Y me he derrumbado cada vez que os he visto llorar tras una derrota. Me he decepcionado cuando el guión no ha salido como yo lo había planteado... Pero ¿sabéis una cosa? No me voy a quedar ahí. Porque si algo he aprendido es que no hay que vivir de las malas sensaciones, hay que quedarse con todo lo bueno y seguir levantándose después de cada caída. Hay que tener una sonrisa en la cara, no por aparentar, sino porque cada uno es merecedor de llevarla puesta. Por ti misma, por nadie más. Entonces sólo voy a aprender a mejorar, para evitar repetir aquello que me llevó a vivir esas emociones tan negativas. Voy a quedarme con los momentos de calidad: con la convivencia, con las risas, con los snapchats, con las celebraciones locas de cada gol importante, con los aplausos de una defensa bien hecha, con el puño en alto después de una parada, con ese gol que salió bien en la segunda oleada, con la sensación de un entrenamiento bien hecho, y con las sonrisas en el grito final.

He tratado siempre de transmitir que "esto va de pasarlo bien", pero para pasarlo bien realmente sabéis lo que hay que hacer: TRABAJAR MUY DURO. He querido teneros cerca, para que me tuvierais al lado, por si cualquier día me necesitabais. Os he enseñado que la clave está en la unión, y cuando he sido yo el que se ha equivocado me lo habéis recordado (¡lo habéis aprendido!). He intentado que fuerais humildes, que sólo trataseis de trabajar para vosotras mismas que sois lo más importante. Siempre os he pedido respeto para todo el mundo, que protestar era mi papel. Que ganar no significa ser mejor que nadie, sólo seguir demostrándote que trabajas duro. He sacado mis garras para defenderos cuando nos han quitado lo que era nuestro, pero siempre he intentado trasmitiros que el exceso de orgullo y el rencor absorben la energía positiva. No hay nada más bonito que formar parte de un equipo, y saber que siempre voy a tener ahí para cuando llegue el momento.
Y que nunca jamás dejaseis de aprender. Nunca es suficiente. 

Me llevo amigas, no jugadoras. Muchas de ellas muy especiales, con las que he compartido grandes momentos y sé que siempre van a estar ahí, pero, sin duda, TODAS tenéis el sello de calidad.

Ser todo esto, significa ser una AMAZONA, y eso una vez que se aprende, nunca se olvida. Así que mi mayor deseo es que sigáis haciendo que todo el mundo se sienta tan orgulloso como yo. Sólo le puse nombre a algo que sois. Ahora seguid escribiendo vuestra propia historia juntas. Yo me quedo aquí, pero siempre voy a seguiros allá dónde vayáis, y siempre voy a cuidar de vosotras. Seguro que volvemos a vernos, sintiendo los mismos colores.

Os quiero mucho a todas, 
vuestro Entrenador Amigo,
Juanki Lungarán


jueves, 4 de junio de 2015

El deporte de base y "la lucha con sus papás".

Desde hace ya varias décadas el Deporte de Base (DB) ocupa un tiempo de ocio vital para millones de jóvenes en todo el Mundo. Fútbol, baloncesto, balonmano, tenis, voleibol, y otras decenas de modalidades deportivas de competición y de rendimiento crean un montón de oportunidades formativas para todos y cada uno de los jóvenes deportistas que militan en clubes, escuelas deportivas, patronatos… Afortunadamente, la ciencia, la investigación y el conocimiento van ampliando sus fronteras incluyendo, por supuesto, el mundo del deporte y la actividad física.

Los entrenadores y monitores del DB son cada día (o al menos deben ser) más eficientes en su trabajo gracias a que año tras año su formación se va ampliando en función de todas las influencias que van recibiendo desde diversas fuentes de información. Todos y cada uno de ellos deben ser conscientes de que su forma de transmitir el deporte; el qué y el cómo la enseñanza de todos los aspectos, ha evolucionado. Ahora también, afortunadamente existe un cuándo, un para qué y por supuesto un porqué. El entrenador debe ser exigente, debe saber hasta dónde llegan sus conocimientos y hasta dónde llegan los de su equipo. Debe fijarse objetivos reales y luchar para conseguirlos, y debe hacérselos saber a aquellos que están a cargo de alcanzar la meta. La evolución es un paso fundamental en la experiencia de un formador, y debe ser consciente de su propio pasado, presente y futuro.

Aunque de los entrenadores podríamos escribir líneas y líneas infinitas, este artículo tiene como objeto el análisis de otra figura fundamental en el ámbito del DB: los Padres. La información con respecto a todas modalidades deportivas va en aumento cada día, y de hecho los entrenadores y clubes se “profesionalizan” más y más en su búsqueda de la excelencia. Sin embargo, a menudo obviamos que las relaciones en el funcionamiento de un equipo no son dualistas (entrenador-jugador), sino que en realidad éste vínculo está formado por un triángulo que se mantiene en constante contacto, directo o indirecto (entrenador-jugador-padres).

A pesar de que desafortunadamente este no es uno de los temas más extendidos y conocidos en el ámbito deportivo, surgen cada día más investigaciones y propuestas para que los padres puedan “formarse” en el rol que ocupan para con el DB de sus hij@s. Ya en 1987, Hellsted clasificó los diferentes tipos de roles que ocupan los padres, quedando de la siguiente forma: Baja Implicación, Moderados, y Sobre-Implicados. Más adelante, en el año 2001 Smoll consiguió realizar una clasificación más extensa y completa de los diversos tipos de roles más negativos, en el que según él los padres en el mundo del DB podrían ser: Desinteresados, Excesivamente Críticos, Vociferantes, Entrenadores de Grada y Sobreprotectores.

            Sabemos que los padres, de una forma y otra, se manifiestan con sus hijos en cuanto a su deporte, y de algún modo se implican, pero ¿qué es la implicación parental en el DB? Podríamos describirla de forma escueta como la relación que los padres generan en su intervención con el entorno deportivo de sus hij@s, considerándose generadores constantes e influyentes emocionalmente en todas las dimensiones de esa relación. Aunque aún se podría ahondar bastante más para conseguir una definición más exacta…

            Sin embargo, aunque todos los padres consideran el deporte como algo importante para la salud de sus hijos (o al menos tienen esa información), un amplísimo porcentaje de ellos lo concibe principalmente como una mera forma de ocio; un hobbie al que sólo sus hijos pueden tener acceso después de haber llevado a cabo sus “obligaciones”. ¿Y esto es correcto? Aunque a priori pueda parecer una sentencia muy lógica, lo cierto es que no es correcto, es un error. Los entrenadores siempre van a querer que sus pupilos rindan en el campo, pero por supuesto desean que sus jugadores rindan académicamente; al fin y al cabo, todos no pueden llegar a ser deportistas de élite, y un jugador que obtenga buenos resultados tenderá a ser más organizado, responsable, atento... En este punto entrenadores y padres están totalmente de acuerdo. No obstante, a menudo existen problemas… Yo siempre les digo a mis jugadoras que “la voluntariedad deja de existir cuando se convierte en compromiso: lo voluntario es decidir si me comprometo o no”. Esto implica muchas variables, porque siempre, al inicio de la pretemporada, la ilusión aflora de cada persona forjándose ideas futuras sobre el desenlace de toda la campaña, pero la temporada es larga, y existen muchos acontecimientos que la van marcando…

            L@s jóvenes deportistas durante su curso sufren momentos o épocas marcadas por el volumen de trabajo y el estrés o ansiedad que lo acompañan. Para lo cual la mayoría tienen cierta tendencia a aparcar el deporte que practican para centrar su atención en sus estudios (aunque hoy en día pueden aparcar el deporte pero no el uso de móviles u ordenadores…). Esto, generalmente, está bien concebido por los padres, que ven como sus hij@s apuestan por el rendimiento académico y para ellos es suficiente. En otros muchos casos, ante una situación de estrés de este tipo, los propios padres tomarán la iniciativa de, directamente, vetar su práctica deportiva. Pero esto va más allá aún. Porque el deporte, a diferencia de otras disciplinas extraescolares como la música o la danza entre otras, está concebido socialmente como algo menos significativo, está más acuñado al ocio porque suele resultar divertido… ERROR. Vayamos más allá. El deporte puede ser divertido pero no siempre, porque supone de un esfuerzo físico alto y prolongado que debe adquirirse con sesiones de preparación. Supone un esfuerzo técnico y táctico que debe aprenderse y comprenderse para poder desempeñar bien el rol de jugador. Supone aprender a autocontrolarse en situaciones de presión, y a mantener un equilibrio emocional para controlar los nervios. En definitiva, supone un proceso de enseñanza-aprendizaje para poder adquirir las aptitudes básicas para la práctica, que deben ir acoplando temporada tras temporada, categoría tras categoría; que requiere una programación anual, una periodización, un diseño de sesiones… del mismo modo que la música, la danza, la pintura o las clases en la escuela de idiomas. Yo siempre digo que unas zapatillas son más baratas que un instrumento musical, y por eso vienen las prioridades. Que nadie se confunda, que no estoy en contra de nada, tengo varios amigos músicos y los admiro a ellos y a su trabajo. Pero cada cosa al lugar que debe corresponderle.

Si eres entrenador, o padre de un joven deportista (rebelde), te estarás preguntando ¿Cómo podría resolver este problema? Aquí te dejo 4 consejos que te serán de gran ayuda.

1- CREA UN VÍNCULO CON EL GRUPO DE PADRES.
Trabajando ellos, manteniendo contacto e intentando hacerles ver la importancia (no solo para la salud) que tiene cada miembro en un equipo. Establecer contacto con los padres puede ser la solución a todos tus problemas. Puede que no se muestren atentos, o incluso manifiesten desinterés por lo tu labor. Sé inteligente y piensa que eso te estará dando información directa sobre sus hij@s. Y nunca intentes enseñarles a educarlos. Puedes intentar ser parte de la solución, pero evita ser parte del problema.

2- GENERA UN CLIMA ADECUADO PARA PADRES E HIJ@S.
Si perteneces a algún club, sugiere que se organicen eventos o actividades que integren a las figuras parentales como parte del mismo. Un club con padres es un club con recursos. Intenta establecer reuniones periódicas con ellos para hablarles sobre tu rol, y contarles cómo vas a planificar la temporada y qué esperas del grupo de trabajo. Durante estas reuniones, actúa como canalizador, intenta aportar soluciones a problemas que puedan estar teniendo con sus hij@s, esto puede servirte como medio de consulta ante algún problema. Trata de despertar un sentimiento de pertenencia a un grupo social, porque aumentarás el confort y crearás un clima de seguridad que sea importante para sus miembros.

3- DEBES SERVIR DE MODELO.
            Es fundamental que des lo que quieres conseguir. Para ello tendrás que mantener la compostura en situaciones que supongan estrés para ti mismo. El autocontrol emocional es fundamental para no caer en la crítica fácil, o en el insulto que tanto daña el deporte. Debes ser consciente de que eso no contribuye a mejorar ningún aspecto, sólo sirve como excusa para argumentar otros aspectos que pueden no haberse trabajado bien. Además no es justo que padres que no apoyan se muestren críticos, hagan juicios de valor o manifiesten abiertamente sus opiniones, mostrando un interés repentino que se disipará en unas horas…

            4- SÉ CONSCIENTE DE CUÁL ES TU POSICIÓN.
            Créetelo. Porque tú eres el entrenador y siempre buscarás lo mejor para tus pupil@s. Toma tus propias decisiones, aunque puedas dar opción al consejo. Si te equivocas, no pasa nada, eres humano, rectifica y pide perdón si es necesario. Y si necesitas ayuda, pídela. Con los padres muestra una actitud didáctica y enriquecedora. Demuéstrales cómo motivar a sus hij@s, cómo deben hablarles antes y después de la competición. Muéstrate abierto ante cualquier consulta.

            Aunque me estoy extendiendo, no quiero terminar sin hablar del castigo. Esa arma que los padres utilizan como recurso cuando algo no va bien con sus hij@s, porque “es lo que más le gusta y lo que más le duele”. Lo cierto es que resulta poco creativo y en cierto modo un síntoma de “despreocupación” castigar a l@s hij@s sin hacer deporte. Es impensable que un deportista no rinda académicamente por el hecho de hacer deporte, y más aún hoy (un español pasa de media 193 minutos mirando su teléfono). Respecto al castigo yo siempre digo que más vale prevenir que curar, refiriéndome a que quizás debemos prestar más (pre)atención:
·         Ayuda a organizar su planning semanal, para que sepa qué horas tiene ocupadas y cuáles no y que las aproveche para rendir en sus estudios. Con “siéntate y céntrate” no es suficiente. Si puede hacerse un cuadrante físico mejor, así no dejará las cosas para última hora.
·         Dialoga. Interésate por sus estudios y sus preocupaciones para que pueda liberarse. Así podrás hacer un seguimiento de exámenes, deberes y trabajos.
·         Muestra apoyo y empatía, y participa activamente. Ayuda a que comprenda que el mundo no se detiene cuando él/ella lo necesite, hay que cumplir con las obligaciones y los compromisos, porque hay tiempo para todo. ¡Sé motivador!
·         Anima a que utilice el deporte para liberar estrés. Le ayudará a despejarse un rato, y volver con las pilas cargadas.
·         Si aún así no le queda tiempo suficiente, bastará con una breve charla con el/la entrenador/a que seguro que le dará el tiempo suficiente.

Lo cierto es que hoy en día, el castigo puede resultar más sencillo de lo que pudiera ser antes. Ahora limitar o prohibir el uso de internet, móviles o tablets supone un arma de castigo importante en la era de la comunicación (demasiada). Podemos limitar el uso, controlando cuando sea necesario, para realizar deberes, pero sin olvidar que en una biblioteca podrían encontrar esa misma información; o también limitar o prohibir las salidas o actividades de puro ocio…
Por último y respecto a esto, el entrenador puede servir de consejero para sugerir o llegar a acuerdos de castigo que permitan que no falte a entrenar, porque después de todo debemos ser conscientes de que el resto de compañer@s no tienen la culpa y así se limitan los recursos del grupo de trabajo y se progresa más lentamente.

Me despido con un abrazo para tod@s, como siempre.

@JuankiLungarán.

viernes, 17 de octubre de 2014

¿Los engranajes del juego se oxidan? ¡Engrásalos con cohesión!

Los éxitos deportivos… los éxitos siempre están sujetos a numerosas variables, jugadores disciplinados, entrenamientos bien planificados, intensidad en el trabajo diario, coordinación del juego, momentos decisivos bien gestionados… y un sinfín de elementos que hacen que un equipo (o jugador) toque el cielo. Concretamente en los deportes de equipo, normalmente los entrenadores pasa la mayor parte de su tiempo preocupándose de crear un modelo de juego ajustado a las cualidades de sus jugadores, de cómo deben estructurarlo para trabajarlo de la forma más eficaz, de que sus jugadores comprendan los contenidos de ese modelo, la calidad de los entrenamientos… y otro sinfín de componentes y exigencias (inalcanzables muchas veces) para lograr conseguir los objetivos.

Sin embargo, en muchas ocasiones esa preocupación por encajar las piezas que componen ese gran puzle que es el propio juego, deja a un lado otras que facilitan la interacción de todas las partes. En este caso, podemos hablar de elementos grupales, puramente humanos y sociales, que engrasan la maquinaria del propio ritmo diario y el trabajo técnico-táctico. Trabajar los elementos de tipo afectivo, las relaciones interpersonales, la propia cohesión facilita el tránsito a la comprensión, coordinación y solidaridad del juego. Los jugadores trabajarán mejor y se desarrollarán de forma más efectiva en un campo que los dote de confort, frente a un clima que no les aporte confianza. Como he mencionado anteriormente, en pocas ocasiones los entrenadores o monitores son conscientes de la importancia de esta variable del juego, bien por desconocimiento o falta de formación; por falta de tiempo físico; o en otras ocasiones por desestimarlo como algo insignificante. Muchos de nuestros entrenadores, y entrenadores que ejercen en la actualidad basan sus modelos de trabajos en experiencias vividas en sus etapas de juego o sirviéndose de entrenadores propios del pasado como modelos. Debemos ser conscientes de la evolución, y aprender a reciclarnos día a día. El acomodamiento sobre las propias creencias y vivencias resulta ser un sistema docente anticuado que estanca el deporte en el mismo punto a lo largo del tiempo. En este caso debemos recurrir a la evaluación continua para percibir los puntos que flaquean en el clima afectivo del grupo.

Está demostrado mediante un gran número de estudios de diferentes modalidades deportivas de deportes de equipo, que la cohesión de un equipo potencia el rendimiento de su juego deportivo. Sin embargo, en muchas ocasiones es muy difícil conseguir crear un clima favorable entre los propios miembros del equipo o grupo, para ello hay que aprender a gestionar todas las figuras y perfiles (tipos de jugadores y caracteres) que componen al grupo. Cada miembro interpreta un rol en el grupo, y hay que aprender a potenciar ese rol para que aporte lo mejor de sí mismo. La figura más influyente en un grupo es el líder, que en la mayoría de las ocasiones asume su papel de forma natural. El líder por tanto sirve como modelo al resto del grupo, y su opinión o forma de actuar marcará al resto. No obstante, dentro de un mismo grupo pueden existir dos o más líderes, que de no saber trabajar la complementación entre todos ellos fácilmente puede generar enfrentamientos o climas desfavorables para el equipo (subgrupos, discusiones…) por la propia naturaleza. La misión de un entrenador en este caso es la gestión pura. El entrenador debe reconocer todas las figuras y anticiparse a todo lo que pueda suceder. Para ello debe mantenerse constantemente comunicado con ellos, hacerles partícipes de un propio objetivo, y de algún modo responsables de alcanzarlo. Para ello hay que estructurar sus liderazgos, estableciendo de forma ordenada sus funciones como líderes. El líder debe aprender a liderar, no a imponer su criterio, mostrándose asertivo y empático, a la vez que sensato y coherente.

La cohesión como podemos comprobar resulta fundamental para crear un ambiente de trabajo favorable. Más allá, lo que cada entrenador debe pretender conseguir de su equipo no es sólo la cordialidad mutua. El trabajo va más allá del “que fuera se lleven como quieran, pero aquí que se respeten y hagan lo mejor para el equipo”, porque un equipo no se compone sólo de dos piezas. El objetivo es, como bien he mencionado antes, encontrar un clima confortable en el vestuario, los jugadores deben compartir unos objetivos, unas realidades, cada uno debe asumir su papel y dar lo mejor de sí mismo para alcanzarlo. Los jugadores deben encontrarse en familia. Una familia se protege, comparte los problemas, celebra los éxitos. Una familia posee la misma IDENTIDAD. Dotar al equipo de una identidad común es un punto favorable en la cohesión. Cualquier nimiedad que pueda crear una identidad común dentro de un grupo hay que tratar de aplicarla (establecer un patrón común de vestimenta, de conducta, verbal…), en definitiva crear estímulos que interpreten como propios de su equipo o grupo y con el que se sientan a gusto.

Por último, ¿debemos trabajar la cohesión y la identidad en deporte base? La respuesta es un rotundo SI. Aunque nuestro objetivo no sea generar rendimiento deportivo o competitivo, la cohesión siempre va a generar motivación generalizada, ganas de ver a los compañeros, comprensión ante los problemas comunes, solidaridad y cooperación con el grupo, establecimiento de objetivos comunes, etc. etc. etc.
En definitiva, debemos luchar por implantar modelos que generen equipos, y dentro de ellos saber gestionar cada rol que desempeñen nuestros jugadores. Ésta puede ser la solución a muchos problemas de tipo asistencial, o de intensidad y calidad de los entrenamientos, y trabajar la cohesión en un grupo no supone ningún riesgo para trabajar con el grupo. Cualquier elemento puede ser importante, sólo hay que encontrar el punto en común y potenciarlo, es la clave para encontrar el éxito.

Un abrazo a todos y ¡hasta la próxima!
@juankilungaran

miércoles, 30 de abril de 2014

Valores del Deporte, ¿dónde empiezan?

Tras la noticia del ya famoso plátano lanzado a Dani Alves en el Madrigal, el Villarreal ha puesto en marcha una investigación para detectar al autor de la acción. Para la sorpresa de muchos. El, hasta hace poco, anónimo energúmeno, tiene 25 años, y es todo un entrenador de las categorías inferiores del Villarreal, concretamente del Cadete. Bueno, es no, más bien era, porque el Club ha decidido cesarlo del cargo, retirarle su carné de socio y prohibirle la entrada al estadio de por vida. Gran medida, por parte del Villarreal… ¿o no? Lo cierto es que toda esta situación pone de manifiesto que el club ha puesto poco interés en valorar la figura de este entrenador. Sé que muchos no estarán de acuerdo con esto, pero quizá no era merecedor del puesto que ocupaba en un club que sobresale por encima de miles en España. También podemos concluir de toda esta situación que muchas veces los papeles no están por encima de las personas, es decir, que mucha formación no hacen de una persona la mejor cualificada.

Últimamente se desarrollan cientos de campañas para potenciar y extender los valores que el deporte necesita de todos los que lo rodean. Existen campañas antirracismo, antiviolencia, de juego limpio, de respeto al rival y a los árbitros, etc. Sin embargo, no sabemos diferenciar en qué punto el problema está viniendo desde fuera, desde los espectadores, o realmente viene desde dentro… 

La preparación técnica, táctica o psicológica son elementos que ponderan la calidad del fútbol, sin embargo hay otras variantes que a muchos se les escapan de toda su formación: los valores. La humanidad debería ser una parte elemental del deporte, debería estar implícita en el significado de la palabra. La rivalidad y la competición no son sinónimos de enemistad. Un entrenador (en especial los de categorías inferiores y escuelas deportivas) debe ser transmisor de valores positivos, humanitarios y solidarios; pero lo más importante de todo esto es que el propio entrenador debe creer en el producto que está vendiendo. Todo esto se convierte en papel mojado cuando la figura principal, el modelo, queda al descubierto de sus verdaderos principios en los momentos de tensión, cuando pierde el autocontrol. Pero esto va más allá, en muchas ocasiones la transmisión que se hace hacia los pupilos está marcada no por lo que se dice, sino por aquello que se transmite, esa comunicación no verbal pone de manifiesto y transmite subliminalmente la realidad de los pensamientos.

Hay que considerar la importancia del personal de las escuelas deportivas, muy infravalorada a pesar de la evolución del deporte. La cualificación técnica es elemental, sin embargo hay que poner especial atención a la cualificación humana y personal del entrenador. En las escuelas deportivas no se forman deportistas, se forman personas que valoran la importancia del deporte en toda su amplitud, y hay que darle la importancia que merece. Entrenadores y padres, son los principales modelos y referentes a seguir de una forma u otra, y deben saber qué tienen que transmitir, y formarse para ello, para conseguir lo que ellos quieren de sus jóvenes deportistas.

No puedo acabar sin mencionar que Dani Alves no me parece el mejor transmisor de valores deportivos que pisa los campos de fútbol, sin embargo hay cosas que no se pueden tolerar, estoy totalmente de su parte en esto, del mismo modo que en otras ocasiones con Eto’o, Prince Boateng y otros tantos casos de racismo en el deporte. Me parece increíble que tanta gente ponga de manifiesto la involución social que aún queda por erradicar. A todos ellos, lo peor que les deseo es que sus hijos no sean como ellos…

Un fuerte abrazo.

@JuankiLungaran

miércoles, 16 de abril de 2014

El árbitro… y su soledad.

Los años van pasando y el deporte evoluciona a pasos agigantados. Cambia la forma de verlo, la forma de vivirlo, la moda deportiva, los sistemas de juego, la tecnología que lo rodea, y un sinfín de aspectos. Sin embargo hay algo que nunca cambia, que siempre sigue igual… EL ÁRBITRO. Esa figura tan odiada, que nunca sobresale por su buena actuación, pero que una mala decisión puede hundirlo. Esa figura que nunca se muestra al 100% correcta, que siempre podía haberlo hecho mejor. Ese eterno culpable, ese eterno odiado.



La mayoría de los asistentes a un partido tienen cierta facilidad para cargar con el árbitro. En cuanto toma una decisión que se considera inapropiada comienzan las protestas y los gritos. El árbitro siempre es considerado como un enemigo en el juego para ambos equipos y sus respectivas aficiones. Su criterio nunca parece acertado y en cualquier circunstancia que pueda darse en el juego siempre se sacan varias conclusiones que en pocos casos están acordes con su decisión. Pero esto va más allá, cuando señala algo que se considera como acierto pronto empezamos a escuchar el “¡ya está bien que des una!”. Ni acertando, llegan a acertar del todo. Nadie nunca va a estar totalmente de su parte. Siempre es tratado con hostilidad, insultado, criticado y, desgraciadamente, en los peores casos agredido.

Pero ¿a qué se debe ese odio? Desde aquí me gustaría hacer un breve análisis del porqué. El árbitro es una figura que influye directamente en el juego y resulta muy sencillo hacer de él el protagonista de un encuentro por muchas razones.

En primer lugar, entendemos que sus decisiones marcarán el juego, que beneficiarán o no a mi equipo. Nunca llegamos a considerar totalmente lo que el jugador ha hecho, sino la decisión que ha tomado el árbitro al respecto. En ese caso, está solo.

En segundo lugar, es entendible que tanto los equipos como los jugadores ejerzan presión sobre el árbitro para intentar influir en lo que ha decidido, pero más aún en lo que pueda o no decidir en las próximas acciones del juego. Cuando se ha equivocado nadie duda en hacérselo saber, pero son pocas las veces que se aplauden (sin ironía) sus decisiones correctas.

En tercer lugar, el equipo arbitral (entre 1 y 4 miembros) se encuentra sólo entre fuego cruzado. Son muchos los miembros de un equipo (titulares, suplentes, entrenadores, delegados…) ejerciendo algún tipo de presión, y más aún cuando tienen una afición detrás que alienta sus protestas o aviva el fuego de la intensidad en el juego. Las masas suelen ser anónimas, y resulta muy fácil ser uno entre una multitud. Así el grupo es más fuerte, pero más radical y fanático y con facilidad se pierde el control de la masa.


Por último, la figura del árbitro representa la autoridad, quién tendrá la última palabra en cada situación, y es por ello que adquiera una connotación negativa frente a la que hay que revelarse.

De todo esto, podemos concluir en que todo el mundo tiene un criterio frente a una acción, que todos podrían ser árbitros. Si hay una crítica es porque existe un criterio. Pero ¿quién se atreve a tomar las riendas? Esto ya no resulta tan sencillo…

Pero, ¿quién realmente se ha parado a pensar cómo es ser árbitro? ¿Quién es capaz de imaginar lo piensa un árbitro o cómo procesa la información? La profesión arbitral resulta más dificultosa de lo que la mayoría se ha parado a pensar. La dificultad no es otra que tomar la decisión más acertada en el mínimo periodo de tiempo, teniendo en cuenta todos los factores que condicionan de forma directa o indirecta el juego (presión atmosférica, condición emocional de los jugadores, estudio premeditado del juego de ambos equipos y jugadores, entre otros tantísimos…). Una laboriosa tarea que pocos se han parado a valorar, pero resulta el rol más complicado durante un encuentro.


No puedo acabar el post sin referirme a la educación. La educación que estamos ejerciendo sobre los jóvenes deportistas con respecto a la figura del árbitro. El respeto debe ser primordial, debemos educar para dialogar y no para discutir. Sacaremos más de alguien simplemente hablando o comentando la acción. No debemos caer en las facilidades que proporciona se parte anónima de un tumulto irritable. No debemos adquirir como modelo a los mediáticos, ellos se juegan puestos millonarios y dejan a un lado el respeto. Debemos tener principios y criterios propios y ejercerlos modélicamente para empapar a las futuras generaciones de la importancia del respeto por la figura del árbitro, el juego limpio y el cumplimiento de las normas. Y debemos concebir al árbitro como un educador en el juego. Sólo así conseguiremos seguir avanzando en la evolución de nuestro deporte.

Te recomiendo que si alguna vez estás sentado al lado de un 'energúmeno' de estas características, le invites a que se relaje y disfrute del espectáculo que tiene delante, que se supone que es a lo que ha ido al campo...

Un abrazo.

@JuankiLungaran